Sobre la posibilidad de refilar los protocolos
Frecuentemente nos consultan sobre la directriz o circular que autoriza a los notarios a ajustar el tamaño de los folios de sus protocolos para poderlos utilizar en la mayoría de impresoras que no admiten el grosor original de los mismos.
Tanto en la Dirección Nacional de Notariado como en el Archivo Nacional, que como sabemos es la entidad encargada de la custodia definitiva de protocolos, nos confirmaron que no existe una autorización escrita para esta práctica.
Telefónicamente nos señalaron en la DNN que por conveniencia, razonabilidad y oportunidad, los notarios pueden, bajo su entera responsabilidad, refilar sus protocolos. Si bien existe efectivamente un riesgo, el hecho de que las medidas de los protocolos se encuentre establecidas en el Código Fiscal y que su reducción solamente sea posible a través de una reforma normativa, obliga al fedatario a acoplarse a la tecnología pues lo cierto es que el papel del protocolo no cabe en el 99% de las impresoras.
En la biblioteca de la Asamblea Legislativa solamente logramos encontrar un proyecto de ley que en 1998 planteó la eliminación del art. 238 del Código Fiscal, responsable de definir las dimensiones de los protocolos notariales.
Sin embargo, el proyecto planteaba también la eliminación por completo del papel sellado y del timbre fiscal. Evidentemente el Ministerio de Hacienda rechazó la propuesta, al pretenderse la eliminación de estas importantes fuentes de ingreso para el Estado.
El Dr. Herman Mora, quien tiene a cargo, junto con un grupo de colegas, la reforma del Código Notarial, nos expresó lo siguiente:
«Me da la impresión de que los primeros artículos el Código Civil, son como la segunda parte de la Constitución Política. Y aunque aquéllos fueron redactados con mucha anterioridad a ésta, me resultan incluso más actuales. Particularmente llama mi atención el artículo 10 del C.C. que se refiere al sentido de las palabras y forma de interpretación de las normas. Pienso que bien empleado, puede ayudar a dar solución a algunas oscuridades legislativas. Claro, si buscamos el espíritu de las Normas, caemos en la razón que la norma puede tener muchos espíritus; todo depende del interpretador. Sin embargo, haciendo uso de este artículo (así como del 12 del mismo cuerpo legal y 229 de la Ley General de la Administración Publica) podríamos dilucidar este minúsculo, pero complejo tema del refilado del protocolo, con la finalidad de darle las dimensiones adecuadas que por lo general tienen la mayoría de las impresoras actuales. Digo minúsculo, ya que es una discusión que no tiene más de un centímetro de ancho. (Al respecto vale la pena citar la jurisprudencia número 2007/00990. De las 9:10 del 17 de setiembre del 2007. De la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia)
Siendo así, cabe razonar lo irrazonable, es decir: ¿Cómo nos cuesta adoptar una medida tan minúscula? Que por otro lado cambia en nada la forma, y operatividad del protocolo, ni el costo de éste, sino solamente de manera muy pequeñita sus dimensiones.
Nuevamente haciendo uso de la Ley de Protección al ciudadano del exceso de requisitos y trámites administrativos, No 8220 es que podemos justificar jurídicamente, como aplicadores del Derecho, la posibilidad de alterar el protocolo, lo que de todos modos se hace cotidianamente. ¿Quién no ha acudido a los alrededores de la U.C.R. en busca de una fotocopiadora que refile su protocolo?
El proyecto del Código Notarial, prevé una solución a lo señalado, sin embargo, es eso; un proyecto. Mientras tanto debemos ser prácticos, sin desentender a legalidad. Es decir se pueden tomar medidas sensatas, de suerte que no alteran el espíritu de la ley ya que el protocolo como soporte instrumental del reservorio cartular, debe estar seguro, y bien resguardado, no alterando en lo más mínimo que mida un centímetro más o menos.»
jose luis paez • 10 diciembre, 2014
Sin comentarios, a veces una se queda putrefacto, viendo como las nuevas generaciones se devanan los sesos en esto o en aquello, buscando volver racional lo irracional en moral lo que no es, etc, etc, y luego se pierde tanto el tiempo que igualmente se termina perdiendo el sentido común. Desgraciadamente en esta área del conocimiento, como hace falta, cuando se es estudiante, impartir cursos de redaxión y hortografía, de oratoria y de lójica.